Marruecos Mediterráneo: Tánger, Alhucemas y ciudades imperiales - 15 días

Hoy llegarás a Casablanca y tu chófer privado te recogerá en el aeropuerto. Dirígete directamente a Rabat para registrarte en tu alojamiento. Tendrás la tarde libre para descansar tras el vuelo, o puedes considerar explorar un poco la zona por tu cuenta.

Mientras paseas por Rabat, visita la Torre Hassan y la Chellah, una necrópolis medieval fortificada y yacimiento arqueológico. La Chellah es una excelente introducción a la arqueología de la región, ya que fue construida originalmente como puesto comercial fenicio y reutilizada por sucesivos imperios a lo largo de miles de años.

Al día siguiente, disfruta de un tranquilo recorrido por la Costa Atlántica desde Rabat hasta Asilah. Detente en la desembocadura del río Loukkos para visitar antiguos emplazamientos romanos y coloniales españoles. Primero, visita Lixus, una ciudad romana bien conservada que ofrece unas vistas impresionantes. Después, cruza el río hasta la antigua ciudad española de Larache, donde comerás marisco fresco entre los arcos de la Plaza de España, visitarás el museo arqueológico y explorarás una fortaleza en ruinas.

Un breve desvío hacia el interior te llevará a los monolitos de Msoura. Msoura contiene 167 monolitos dispuestos en elipse alrededor de un túmulo funerario y se cree que fueron construidos por los reyes mauritanos del siglo III o IV a.C. A última hora de la tarde, llegarás a Asilah, una ciudad cuya arquitectura data del siglo XV, cuando la ciudad era un puerto portugués fortificado. Hoy, Asilah es una relajada colonia de artistas, famosa por sus limpias playas y su extenso arte callejero. Tómate el resto del día para explorar y cenar.

Sigue la Costa Atlántica a lo largo de una cadena casi ininterrumpida de playas anchas y arenosas hasta llegar al Cabo Espartel, el extremo noroccidental de África. Si hace buen tiempo, pídele al conductor que se detenga en cualquier lugar donde te apetezca bañarte o pasear en barca por el océano. Después de Asilah, la primera playa que pasarás es la de Tahaddart. Esta playa es excelente para los que tienen niños pequeños, y en ella se pueden alquilar barcas de remos, por lo que es un lugar muy popular entre las familias marroquíes de vacaciones en verano.

Cuando llegues al Cabo Espartel, visita el Parque del Cabo Espartel. Esta montaña cubierta de pinos cuenta con relajantes paseos en coche y rutas de senderismo, un pintoresco faro y restaurantes donde almorzar con vistas al océano. A continuación, visita las Cuevas de Hércules. Estas cuevas tienen una larga historia de uso humano, y cuenta la leyenda que Hércules durmió aquí mientras viajaba al Jardín de las Hespérides (en las ruinas de Lixus). Los acantilados bordean la cercana playa de Achakkar por ambos lados, por lo que es un destino protegido, pintoresco y popular para nadar. Más tarde, te dirigirás a Tánger, tu última parada de hoy.

La medina (casco antiguo) de Tánger es realmente mágica y está llena de tesoros para el viajero, desde vislumbres de la vida tradicional hasta las recompensas más materiales de los zocos (mercados). Comienza tu visita autoguiada paseando por la medina, y luego explora el Museo de la Legación Americana. Este hermoso palacio, donde George Washington estableció la primera misión diplomática en Marruecos en diciembre de 1797, es ahora un museo que conserva el patrimonio de Estados Unidos y Marruecos.

A continuación, dirígete a Petit Socco. Esta plaza del centro de la ciudad fue antaño el hogar de muchos escritores notables y gente acomodada, y se encuentra en la zona donde estuvo el foro de la antigua ciudad romana de Tingis. Si asciendes a las colinas sobre la medina, llegarás a la antigua kasbah (fortificación). Aquí encontrarás unas vistas impresionantes del Mediterráneo y el valioso Museo de las Culturas Mediterráneas de la Kasbah, que cuenta con artefactos, antigüedades y estatuas de la zona.

Después del desayuno, dirígete hacia Chefchaouen. De camino, pasarás por Tetuán, una joya de ciudad enclavada entre las montañas del Rif y el mar Mediterráneo. La antigua medina de Tetuán, declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, parece no haber cambiado en varios siglos.

Continúa hacia Chefchaouen, una delicia visual de color azul. Paredes, puertas, ventanas, escaleras, callejones y arcos: todo es una combinación de suaves azules pastel y tonos más profundos y atrevidos. Después de registrarte en tu riad (casa tradicional con patio), explora la ciudad a tu ritmo. Observa el mundo pasar en la plaza Outa el-Hammam, la plaza principal de la ciudad, o camina por las callejuelas que se alejan de las zonas más turísticas para encontrar la vida cotidiana de la ciudad.

Los edificios azules de Chefchaouen brillan con la luz de la mañana. Tal vez quieras levantarte temprano para contemplar la salida del sol sobre las montañas desde la Mezquita Española. Como muchas tiendas no abren hasta las 10 de la mañana, puedes aprovechar para pasear por la serena ciudad.

Después, parte hacia una excursión guiada por las montañas del Rif. Aquí, tendrás la oportunidad de explorar la selva de cedros y caminar hasta la cascada de Akchour y la formación rocosa natural del Puente de Dios. Una vez de vuelta en Chefchaouen, pasa la tarde relajándote o visitando la medina.

Levántate temprano y disfruta de la tranquilidad mientras recorres las calles de Chefchaouen, aprovechando este tiempo para hacer fotos sin obstáculos. A continuación, viaja hacia el norte bajo los acantilados de piedra caliza de la garganta del río Laou. Estate atento a los monos bárbaros que hay a lo largo de los acantilados a medida que avanzas. Al llegar a la costa, entra en la ciudad de Oued Laou. Fíjate en el singular estilo de vestimenta local, sobre todo en los característicos sombreros. Haz una parada para comer en la ciudad portuaria de El Jebha, y explora la zona. Dos horas de camino de ida y vuelta a pie (o en un barco pesquero fletado) te llevarán al emblemático cráter de la bahía de Marsdar, donde podrás nadar y explorar una de las playas más aisladas de Marruecos.

Continúa hacia adelante pasando por la costa montañosa del Parque Nacional de Alhucemas, que proporciona un santuario a la rara fauna aviar y marina. Si quieres desviarte para explorar el parque, puedes visitar el diminuto puerto de Bades para observar el emblemático enclave militar español del Peñón de Vélez de la Gomera. Pronto llegarás a Alhucemas, una hermosa ciudad encalada a horcajadas sobre los acantilados que rodean una pintoresca bahía. La cultura de Alhucemas es una fusión de influencias españolas y bereberes rifeñas. Mientras paseas junto a las antiguas villas de la ciudad, oirás a sus habitantes hablar en bereber rifi (tarifit).

Tómate la mañana para explorar Alhucemas. Empieza por el casco antiguo, que se asienta sobre los acantilados que dominan la bahía. Las fuerzas españolas la construyeron y mantiene un ambiente colonial. Sólo hay un corto paseo hasta un mirador en la cima del acantilado, donde podrás observar a los pescadores trabajando en barcas de remos y, en un día claro, ver las montañas españolas en el horizonte. Para a tomar un café y disfruta de la espectacular vista antes de bajar al puerto a comer. Los pescadores traen sus capturas durante todo el día, y puedes comprar pescado fresco junto al agua antes de que te lo cocinen en un restaurante contiguo.

Después de comer, te llevarán a la playa de Sfiha. Pasea por la playa y nada a la vista de la espectacular isla fortaleza española del Peñón de Alhucemas. Ésta y dos islas vecinas fueron cedidas a España en 1559, y mantienen una presencia militar hasta el día de hoy. Cuando hayas terminado en la playa de Sfiha, regresa a Alhucemas y aprovecha el resto de la tarde para explorar y relajarte.

Deja atrás la seca y soleada costa mediterránea y adéntrate en el corazón imperial de Marruecos. Una vez que cruces las montañas del Rif por el espectacular paso de Tizi Ouasli, te encontrarás en el Alto Rif Oriental, un paisaje claramente más frío que la costa mediterránea. Verás bosques de pinos y plantaciones de almendros hasta llegar a la ciudad de Aknoul. Esta tranquila ciudad está en el centro del cultivo de almendros del norte. En abril, todo el paisaje se cubre de flores blancas y rosas. Haz una parada para tomar un café y visitar el monumento conmemorativo de la revuelta rifeña que contribuyó a poner fin al periodo del protectorado.

Saliendo de Aknoul, cruza el paso de Tizi n'Taïda, con sus densos pinares y puestos militares franceses abandonados, y desciende a un paisaje de valles escarpados y estériles. Continúa hacia el sur hasta llegar a una abertura en las montañas. Aquí se encuentra la ciudad montañosa de Taza, donde pararás para comer y explorar la medina situada en lo alto de un acantilado. Desde Taza, entra en la autopista para llegar rápidamente a Fez. Por el camino, pasarás por la ciudad de Sidi Harazem, donde podrás bañarte en aguas termales antes de continuar hacia Fez.

Reúnete con tu guía turístico después del desayuno para comenzar tu día de exploración en la medina de Fez. Esta medina protegida por la UNESCO está llena de callejuelas del ancho de un brazo y caminos del ancho de un burro. Tu guía compartirá contigo historias ocultas y te mostrará los rincones más recónditos de la medina. Observarás tanto las minucias de la vida cotidiana como la magnificencia de las madrasas (escuelas religiosas) y palacios de Fez. También te reunirás con artesanos locales para conocer la historia y la importancia de sus oficios y visitarás curtidurías y talleres de mosaico para observar los métodos artesanales tradicionales que siguen utilizándose hoy en día.

Por la tarde, regresa a tu riad y relájate, para terminar el día bañándote en un auténtico hammam marroquí (baño tradicional). Conoce la historia del hammam y disfruta de una experiencia rejuvenecedora en uno de los balnearios más solicitados de Fez. La mayoría de los hammams ofrecen varios servicios, como masajes, baños y una amplia carta de tratamientos con productos de origen local, como el aceite de argán.

Disfruta hoy de una divertida y decadente excursión de un día fuera de la ciudad cuando te aventures en la singular región agrícola marroquí de Guerrouane, un poco más allá de Fez. Pasa el día aprendiendo sobre los cultivos, la historia, las tradiciones y los sabores de la región con una visita a una bodega y una cata privada. Desde la época romana, los marroquíes han cultivado y refinado uvas de vino para su producción a gran escala. La tradición vinícola se remonta a las comunidades judías de la región y fue ampliada posteriormente por los colonos franceses. Los cultivadores y vinicultores se centran en las mezclas de tintos, el rosado, el vin gris (una variante del rosado hecha con uvas tintas) y los aguardientes locales llamados mahia (agua de vida).

Guerrouane es el corazón agrícola de Marruecos, donde la buena tierra, la lluvia y el sol se combinan para proporcionar unas condiciones excelentes para las frutas de huerta, como albaricoques, ciruelas y naranjas, así como las preciadas uvas de la región. Esta joya oculta alberga también el único vino AOC de Marruecos, el Coteaux de l'Atlas 1er Cru. Tras una divertida e informativa visita a los viñedos, disfruta de una tarde de catas de varios estilos de vino locales. Después, regresa a Fez para pasar la noche. Relájate en el patio de tu riad y abre tu botella favorita del descubrimiento vinícola del día.

Sal temprano para tu excursión de un día a Meknes, deteniéndote en las ruinas romanas de Volubilis. Aunque Meknes está a sólo una hora en coche de Fez, las dos ciudades son muy diferentes. La medina de Meknes es más pequeña y menos concurrida, con comerciantes mucho menos insistentes que en Fez. Recorre la Ville Impériale y la medina, así como la impresionante puerta de Bab Mansour, el Mausoleo de Moulay Ismail y las Caballerizas Reales antes de hacer una parada para comer.

A continuación, viaja a Volubilis, pasando por la ciudad de Moulay Idriss por el camino. En Volubilis, tendrás la oportunidad de explorar las ruinas romanas mejor conservadas de Marruecos. Este lugar declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO incluye grandes casas de mercaderes con sistemas de calefacción visibles debajo, templos y muchos mosaicos de colores en buen estado. Pasea por las ruinas, encontrando pequeños momentos para fotos y recuerdos. Una vez terminada la exploración, regresa a Fez para cenar y pasar el resto de la noche a tu aire.

Sal de Fez y viaja de vuelta por Rabat y Casablanca, parando en esta última para almorzar. Aprovecha tu percha sobre el mar con un pescado increíblemente fresco del Atlántico, preparado con el estilo tradicional marroquí. Después de comer, vuelve a la carretera y viaja por las llanuras hasta Marrakech, apodada la "Ciudad Roja" por la arcilla de color bermellón con la que se construyen sus edificios. Regístrate en tu riad y pasa el resto de la tarde a un ritmo más lento.

Al anochecer, la plaza principal de Marrakech, Jemaa el-Fna, cobra vida con músicos, artistas, encantadores de serpientes, juegos, puestos de comida y mucho más. Sumérgete en el espectáculo y prueba las delicias de los vendedores ambulantes. O, si quieres disfrutarlo desde la distancia, siéntate en un café con vistas a la plaza: podrás contemplar el espectáculo mientras disfrutas de una maravillosa comida. Sea cual sea la opción gastronómica que elijas, disfrutarás de sabores fantásticos, ya que Marrakech está considerada la capital culinaria de Marruecos. ¡Que aproveche!

Después de desayunar, sal de excursión para explorar la impresionante medina antigua de Marrakech, declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. En el vibrante zoco de Marrakech, verás exhibiciones de djellabas (vestimentas tradicionales), coloridas babuchas (zapatillas), intrincados farolillos, especias exóticas y el bullicio de la vida en la telaraña de callejuelas. Tu guía te entretendrá con la historia y las anécdotas de la medina, el zoco y la mellah (judería), todo ello dentro de las murallas rosa-rosadas de la ciudad. Una vez terminado el recorrido, dirígete a un restaurante local para almorzar.

Por la tarde, continúa tu visita privada para explorar más de la ciudad. Visita el Palacio Bahía, el Palacio El Badi, los Jardines Majorelle y las Tumbas Saadíes. La mayoría de los mejores chefs que trabajan para la familia real marroquí son de Marrakech, y esta ciudad tiene algunas de las mejores comidas del país, especialmente la comida callejera, que sin duda no debes perderte.

Pasa una última mañana deambulando por Marrakech en una excursión de medio día antes de trasladarte al aeropuerto de Menara para tu salida después del almuerzo. ¡Buen viaje!